Corea del Norte es un país del que poco o nada se conoce debido a su hermetismo. La dictadura que instauró Kim Il-sung, el abuelo del actual mandatario Kim Jong-un, consiguió aislar al país del resto del mundo. Con el paso de los años, ha logrado mantenerse a pesar que uno de sus grandes aliados, la Unión Soviética, desapareció hace más de tres décadas.
Pese a este panorama, varias empresas del mundo han logrado hacer negocios con el país asiático. Una de ellas fue Volvo, que entregó al régimen norcoreano un total de 1 000 vehículos, que todavía no han sido pagados.
Antes de 1989, la situación política del mundo se dividía en 3 partes. Por un lado, estaban los países aliados a Estados Unidos y la OTAN, y por otro lado estaban las naciones que apoyaban a la extinta Unión Soviética. En un tercer bando, se encontraban los países no alineados, como Suecia, que en teoría eran neutrales.
La mayoría de países del Este se asociaron a marcas occidentales para garantizarse un semblante de industria automotriz. Sin embargo, Corea del Norte nunca tuvo la intención de relacionarse con Occidente.
La dictadura puso en marcha campañas para dar a conocer al mundo, que en Corea del Norte también se fabricaban vehículos y que la gente tenía la capacidad de comprarlos. Nada más alejado de la realidad.
En los años 80, el país adquirió una serie de Mercedes-Benz 190E, a los que desmontaron y copiaron para crear el Kaengsaeng 88. No obstante, este vehículo no tuvo la misma calidad que el auto alemán. No se conocen datos de cuántos vehículos fueron fabricados y menos si todavía circulan.
Hoy en día, se supone que Corea del Norte fabrica autos a partir de kits enviados desde China. Además que la dictarua presume de fabricar sus propios equipos militares.
Pero antes que todo esto ocurra, Corea del Norte compró vehículos a otros países. En 1974, Kim Il-sung decidió importar autos, para que los integrantes del Partido del Trabajo de Corea puedan movilizarse. Para el dictador y sus más cercanos colaboradores, se adquirieron unos Mercedes Clase S. Pero para el resto del partido, buscó unos vehículos igual de robustos, pero más asequibles. El Volvo 144 GL pareció ser la opción ideal.
En los años 60, Corea del Norte aseguró que tenía un crecimiento anual del 25% de su PIB y esa información fue creída por Suecia, que en los años 70 se declaró oficialmente como un país no alineado. Con su situación de neutralidad, buscó comerciar con los países aliados a la Unión Soviética. Parecía ser una buena idea, pues eran mercados a los que otros países no podían acceder.
Suecia recibió un pedido por parte de Corea del Norte de 1 000 unidades del Volvo 144 GL. El país asiático no tenía divisas, así que propuso a la nación europea pagarle en cobre y zinc, que extraería de sus minas gracias a la maquinaria sueca que otras empresas habían proporcionado a la dictadura. Suecia aceptó.
Corea del Norte debía entregar toneladas de cobre y zinc al país escandinavo, una mercancía que podía vender en el mercado libre. De esta forma se pagaría la deuda a Volvo y a los fabricantes de la maquinaria, como Atlas Copco. Las previsiones en ese momento apuntaban un crecimiento en los precios de esos materiales.
Sin embargo, el zinc y el cobre nunca llegaron a Suecia; Corea del norte nunca puso en marcha sus minas. El país intentó negociar con el régimen norcoreano, pero en 1976 cayeron en cuenta que la dictadura no tenía ninguna intención de pagar por los vehículos.
Suecia, de forma muy diplomática, desde entonces envía cada año al gobierno norcoreano la factura por las 1 000 unidades del Volvo 144 GL, con los intereses correspondientes. Al igual que su abuelo, Kim Jong-un no paga por esa compra. Actualmente, la factura supera los USD 350 millones.
Los Volvo 144 GL siguen siendo utilizados en la actualidad como taxis en Pyongyang, la capital de Corea del Norte. Pese al mal negocio realizado, Suecia puede presumir que luego de 40 años de servicio, sus vehículos siguen trabajando.