Walter Toapanta
Revista ACELERANDO
Viernes 7 de mayo de 2021. Cinco minutos antes del mediodía. Clima: una alegre mañana y un sol radiante.
Salimos del parqueadero interno del estadio de Liga Deportiva Universitaria a bordo de un vehículo eléctrico Nissan, recientemente traído al país por la empresa Automotores y Anexos S.A, AYASA, representante de la firma japonesa en Ecuador. En el moderno auto íbamos mi fotógrafo, Patricio Chávez, mi hijo Ronny (periodista y productor de TV) y yo como el director de la revista ACELERANDO.
Ese día, a media mañana, hicimos una breve pausa a la prueba de manejo que estábamos realizando con el Nissan LEAF para realizar la cobertura periodística de otra marca de autos japonesa que organizaba un programa de auspicio en el centro de la cancha del estadio.
Finalizada la ceremonia salimos sonrientes del estadio para continuar con nuestra hoja de ruta con el LEAF. La jornada pintaba muy interesante y nuestro siguiente objetivo era visitar dos emblemáticos lugares de Quito (Guápulo y el Teleférico) para realizar las fotografías y la filmación del auto.
En esta ocasión, Patricio iba al frente del volante, Ronny en el asiento derecho y yo atrás.
Pero justo antes de conectar con la calle principal, una camioneta blanca doble cabina, con algunos años de deterioro, abruptamente nos bloqueó el recorrido.
Bajaron cuatro agentes de la Aduana fuertemente armados: uniforme verde claro, chalecos antibalas, cascos de metal, pistolas plateadas en el cinto y uno de ellos con un fusil negro.Cuando nos dimos cuenta de que nos bloquearon el paso lo primero que pensamos fue que era una requisa de rutina, de esas que suelen hacer los militares en las calles de las ciudades y carreteras del país.
Uno de ellos se acerca por la puerta del conductor a pedirnos la matrícula y otros documentos del LEAF. Luego de un breve diálogo supimos que no eran militares, sino agentes de seguridad de la Policía de Aduanas.
-«Buenos días, señores. Por favor la matrícula del vehículo».
-Nosotros: “Tenga, señor”.
El guardia miró por un par de segundos el papel y dio una orden: “Por favor, bájense del auto”. Los otros tres agentes nos rodearon.
Siguiente pregunta: «¿Quién es el dueño del auto?»
-“Pertenece a la compañía Automotores y Anexos, representante de Nissan en Ecuador”.
El agente explicó de nuevo: “Miren, señores. Este auto, a pesar de que está matriculado y tiene placas, no consta en los registros del Servicio de Rentas Internas”.
Nosotros: “¿Y por qué?”
El policía: “Lo siento, señores. El auto vamos a llevarlo a nuestros patios y ustedes también se van con nosotros”.
El agente continuó el interrogatorio: «¿Y quiénes son ustedes?»
Nosotros: “Somos periodistas de la revista ACELERANDO y Nissan nos prestó este vehículo para realizar una prueba de manejo”.
El policía, apoyado por sus tres compañeros, vuelve a advertirnos. “Me disculpan, pero nos llevamos el auto. Yo manejo, ustedes dos van conmigo”. Se refería a Patricio y yo, mientras a Ronny le pedían que se subiera en la camioneta donde iban los tres uniformados, uno de ellos con el intimidante fusil negro.
Ronny, antes de ir a la camioneta, explicó que el policía no podría conducir: “Este es un eléctrico y hay modos diferentes de conducción. Se requiere una inducción previa”, le dijo.
El agente, incrédulo, insistía en que él debía conducir. Pero luego reaccionó y cedió a uno de nosotros para que condujera el auto, pero él en el asiento derecho delantero.
Emprendimos el viaje obligado hacia los patios y oficinas de la aduana en la calle Mañosca y avenida Diez de Agosto, en el noroccidente de Quito.
Para entonces, los ejecutivos de Nissan ya estaban enterados del lío que se había armado alrededor del LEAF. Estaban preocupados, pero al mismo tiempo indignados porque el auto estaba correctamente matriculado.
Durante el trayecto, el policía que iba con nosotros empezó a relajarse y nos dijo que inteligencia les dio la alerta y la orden de aprehensión. “Supimos dónde estaba parqueado el auto y esperamos media hora hasta que finalmente ustedes salieron de lugar”.
El uniformado seguía incrédulo acerca del auto eléctrico. Y nos disparó algunas preguntas: ¿Tiene motor?, ¿funciona también con gasolina?, ¿tiene pistones?, ¿sube las cuestas?, ¿es veloz?
Nosotros: “Tiene un motor eléctrico, es completamente diferente a uno de combustión. Funciona gracias a una batería de litio y con una carga eléctrica de ocho horas puede recorrer 280 km. Su potencia es constante. Es un auto veloz y no contamina el aire con gases tóxicos”.
Llegamos a los patios donde una veintena de policías aduaneros, entre hombres y mujeres, jefes y subalternos, esperaban el auto aprehendido.
Cuando ingresamos al estrecho galpón aduanero parecía que nos recibían con una calle de honor, por la cantidad de policías apostados de lado a lado.
Alguien dijo: “Por favor, estacione el auto en el fondo y deme la llave”. Le dimos la llave de contacto, una especie de llavero, pero él insistió: «Deme la llave del auto».
Nosotros: «Esa es. Este auto no tiene llave, se enciende el motor eléctrico con solo apretar un botón en el panel».
En los rincones del patio vimos un cementerio de vehículos de algunas marcas, versiones y gamas, todos pudriéndose con el sol, la lluvia, el viento y la maleza.
El jefe aduanero, que nunca nos habló directamente ni supimos su nombre, ingresó a los archivos del SRI para comprobar si era o no legal el Nissan LEAF en Ecuador.
Tardó algunos minutos para finalmente ordenar a sus subalternos que nos avisaran que “no hay problema, el auto es legal y que ya nos podemos retirar del lugar”.
Ni una explicación, peor una disculpa. “Váyanse nomás”.
Pero el policía que tenía el chip del LEAF, en cambio, se resistía a entregarnos.
Mientras tanto, un equipo legal de la marca estaba en camino hacia la aduana, pero aunque estaban indignados se regresó a la oficina de la marca cuando le dijimos que el impasse ya se había solucionado.
Esta fue una de las primeras historias que se registran con el Nissan LEAF, el auto eléctrico pionero de la marca japonesa que llegó al Ecuador.
Queda también registrado que nosotros, el equipo de ACELERANDO, fuimos los primeros periodistas en realizar una prueba de manejo de ese auto recorriendo calles y avenidas, alrededores de Quito, subiendo y bajando calles empinadas, tratando de encontrar alguna debilidad del vehículo, pero nada. El LEAF ha sido fabricado con tecnología de punta y es por eso que ya se han vendido alrededor de medio millón de unidades en el mundo.
De aquí a pocos años, este impasse con los policías aduaneros será nada más que una anécdota por la llegada de un auto eléctrico para la venta al público, como ocurrió hace más de un siglo cuando arribó el primer auto a Quito.
El entonces adinerado joven Carlos Álvarez Gangotena importó un De Dion Bouton desde París y recorrió las estrechas y sanfranciscanas calles de la capital ante el asombro y el espanto de muchos. El periodista y amigo del diario El Comercio, Jorge Ribadeneira Araujo (+), cuenta en su libro Tiempos Idos una anécdota de Álvarez y su lujoso vehículo traído en barco hasta Daule y luego subido a Quito en piezas, en lomo de mula y espaldas de peones en los tramos más difíciles de la ruta.
Cuando el auto estuvo listo para su recorrido, al dueño se le ocurrió la idea de invitar al entonces presidente de la República, Leonidas Plaza, para que se diera un baño de popularidad por los alrededores del palacio de Carondelet.
Según el libro, todo iba perfecto hasta que el motor del auto se apagó y nunca más se prendió. El presidente tuvo que ir a pie hasta Palacio.
El mecánico de Carlos Álvarez finalmente logró encender el De Dion Bouton y cuando metió la primera marcha para que recorriera hacia adelante, el bendito carro se emperró y solo iba de retro.
Desde aquel hito automotor han pasado 120 años y nuestra revista ha tenido el privilegio de experimentar los avances de la tecnología con un auto eléctrico. Incluso en otros lugares están desarrollando vehículos autónomos y máquinas voladoras para ganar al tiempo y al cada vez insufrible tráfico de las grandes ciudades.
Nos queda la lección de que siempre habrá historias curiosas y anécdotas increíbles con cada invento y novedad que llegue al país. Nos quedan unos días más con el Nissan LEAF, les contaremos si nos vuelve pasar alguna otra experiencia curiosa.