Luego de la tremenda voltereta en su Kia Picanto en la primera especial de velocidad del Rally por los Caminos de Imbabura, el sábado 4 de septiembre, Leonela Solórzano solo quería descansar, dormir, olvidar la pesadilla, pero hubo factores (buenos y malos) que incidieron en el espíritu de la piloto de Yantzaza.
Ella dijo: “Hasta aquí llego, ya no quiero competir”. Pero sus padres (Leonardo y Alexandra) la animaron a no bajar los brazos ni colgar los guantes ni el casco tan temprano.
Su mamá, de carácter decidido, influyó más en el estado de ánimo de su Leonela, quien para entonces, luego de haberse repuesto de los fuertes golpes que recibió durante el violento siniestro, lloraba a cada momento.
En la noche en el hotel, sus padres le preguntaron por última vez si quería continuar en el rally. Ella dijo tajante que no. Su papá le recordó que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para arreglar el auto toda la noche y tenerlo listo para el siguiente día (domingo 5 de septiembre). Entonces, ella asintió y la misión imposible empezó.
Por esas cosas de la vida, su mamá encontró en la calle a una señora ibarreña que conducía un Kia Picanto 2019. Aunque al principio fue duro convencerla, pero finalmente terminó entregando su auto para que luego sea desarmado y las piezas sean cambiadas por las que se habían dañado durante el vuelco del Kia Picanto de Leonela.
Conseguido el primer paso, que a propósito la familia de la piloto tuvo que entregar un auto a la señora del Picanto, la siguiente misión era encontrar el taller de servicio que sea capaz de arreglar el vehículo en tiempo récord.
Cuando Leonela sufrió el accidente, un hombre se acercó a ella y le dijo “que no se preocupara, que las cosas se arreglan, que el automovilismo es así”. Ese hombre fue Arturo Palacios, dueño del Taller de Servicio Palacios. Él y sus tres compañeros cambiaron las piezas afectadas y a las 03:00 el Picanto 520 estaba listo.
Leonela seguía “descansando” en su habitación. Ella señaló que casi no pudo dormir, siempre pensando qué error cometió para volcarse. Hasta hoy no tiene una explicación certera.
Cuando el auto estaba listo, su papá salió a probarlo en un tramo de la ruta. No hubo mayores observaciones mecánicas y regresó cerca del amanecer.
A las 06:00, su padre dijo a todos en voz alta. “Muchachos a preparar todo que hoy salimos a competir”. Leonela no podía creerlo.
Su madre la animó. “Hija, tienes que salir a competir”. Entonces Leonela habló: “Ok, vamos a competir con berraquera”.
Y así fue que se presentó a la línea de partida el domingo en el sector de Priorato, hizo una excelente carrera y cuando recibió la bandera a cuadros, mucha gente la aclamó. Inclusive la reina de Antonio Ante, Alejandra Jaramillo, la saludó personalmente y dio palabras de aliento y admiración.
Su copiloto, David León, también fue aclamado por la gente. Un hombre joven que trabajó fuerte para hacer una dupla perfecta en el automovilismo.
Leonela dijo que continuará en el rally. Ya espera con emoción el rally de Cuenca en octubre y por qué no la Vuelta al Ecuador en noviembre.
Leonela es una joven estudiante de 23 años, que está en el último semestre de ingeniería civil en la universidad San Francisco de Quito.