El fin de semana pasado se cumplieron 50 años de la muerte de Pedro Rodríguez, el gran piloto mexicano de fórmula 1 y de los sportcars. Aquel 11 de julio de 1971 fue uno de los días más tristes del automovilismo mexicano.
Se corrían las 200 millas de Norisring, en Nuremberg, Alemania. La estrella de BRM y Porsche conducía un Ferrari 512M privado, un vehículo relativamente menor. Gracias a su gran habilidad, Rodríguez iba a la cabeza cuando perdió el control. Su Ferrari chocó contra un muro y estalló en llamas.
El piloto mexicano recibió atención médica de inmediato; sin embargo, perdió la vida y dejó a México sin su más grande estrella de automovilismo. A penas tenía 31 años cuando murió.
Pedro Rodríguez era considerado como el mejor piloto de su generación tanto en lluvia como de noche. En la Fórmula 1 era conocido como “El ojos de gato”. Corrió un total de 54 Grandes Premios en la máxima categoría. Su primera victoria llegó en 1967 en el Gran Premio de Sudáfrica y la segunda fue en 1970 en el Gran Premio de Bélgica. Pasaron 50 años para que otro mexicano (Sergio “Checo” Pérez) ganara una carrera en la máxima categoría.
Su gran pasión por la velocidad quedó establecida en el mundo por su frase: “Las carreras son mi vida, y un fin de semana sin carrera es un fin de semana perdido», que le dijo al jefe del North American Racing Team, Luigi Chinetti.
Tanto Pedro como su hermano Ricardo (quien falleció a los 20 años de edad) marcaron una gran época en el automovilismo mexicano y su legado sigue vivo en la actualidad.