La huelga de los trabajadores del sector automotor de Estados Unidos se acerca a los 20 días y todo indica que será similar al paro de los guionistas de Hollywood, que ya ha durado cinco meses.
Las demandas que los trabajadores exigen a los fabricantes de autos son: mejores salarios, jornadas más reducidas y asegurar sus puestos de trabajo frente a la llegada de nuevas tecnologías. Las negociaciones con los tres grandes de Detroit (Ford, GM y Stellantis) no prosperan y el sindicato United Auto Workers (UAW) cada vez suma más trabajadores a la huelga.
Según medios internacionales, en la segunda semana de paros, el número de trabajadores en huelga se elevó a 25.000: un 17 % del UAW en el sector del automóvil y el doble de cuando comenzó la huelga. Hasta el momento, cinco plantas pararon su producción y cerca de 40 puntos de distribución han cerrado.
En esta manifestación, Jim Farley, CEO de Ford, acusa al UAW de no ser transparente con que les están ofreciendo para satisfacer las demandas, que ya habrían logrado «un contrato récord». Además, acusa al sindicato de tener a las marcas como «rehenes».
Mientras que desde el sindicato UAW, aseguran que Ford está «mintiendo sobre el estado de las negociaciones». Y aunque afirman que hay avances, lo que ofrece la marca está muy alejado de sus demandas, en especial respecto a la jubilación y a asegurar puestos de trabajo.
Desde Ford además advierte que las manifestaciones están tendiendo un efecto contrario: en lugar de asegurar fuentes de empleo, se perderían nuevos puestos de trabajo. Como consecuencia de la huelga, ha parado la construcción de una planta de baterías que, según dice Ford, daría empleo a cerca de 2.500 operarios.
A esto se sumaría las pérdidas por la inactividad. Según estimaciones del Anderson Economic Group, en apenas 10 días las pérdidas de los tres fabricantes se cifrarían en más de 500 millones de dólares.
Otra gran parte de la protesta se enfoca en los salarios de los trabajadores frente a los sueldos de los CEOs de los fabricantes. Por ejemplo, Mary Barra, directora ejecutiva de General Motors, gana casi 30 millones de dólares al año, con una subida del 34 % de su salario en los últimos cuatro años. Jim Farley, ganó alrededor de 21 millones de dólares el año pasado. Esta protesta ya ha escalado al ámbito político y el propio presidente estadounidense, Joe Biden, dio su apoyo al sindicato UAW. Todo esto parece indicar la resurrección del sindicalismo en los Estados Unidos.